Cuánto daño nos ha hecho la presión social y la misma presión que nos ponemos a nosotros mismos. El creer que tenemos un checklist de vida en el que hay que ir alcanzando cosas en ciertos momentos porque es lo “socialmente aceptable”, como si priorizar eso sobre nuestra paz mental y la felicidad fuera algo saludable.
Las mujeres por ejemplo (no todas pero sí una gran cantidad de nosotras) nos imponen una presión en que si queremos casarnos “nos puede dejar el tren”, que si queremos hijos nos puede agarrar tarde, en si trabajar y ser mamá que hay que ser sumamente exitosa en ambas cosas porque eso es lo correcto ante la sociedad y como estas un sin fin de ejemplos. Por otro lado a los hombres se les imponen parámetros para medir el éxito laboral, el crecimiento financiero, tener un buen carro y también ser buen proveedor.
Pero un momento ¿cuántas historias hemos escuchado que terminen con un final feliz cuando hay comparación o cuando se hacen las cosas por cumplir con la regla?, no sé vos pero yo ninguna, todo lo contrario, admiro muchísimo a las personas que logran vivir su historia, su propia historia, a su ritmo y con la gratitud de saber que el lugar en el que están es el correcto.
No sé qué tipo de presión podás estar sintiendo hoy, pero quiero pedirte que te tomés un momento para meditar el camino que has recorrido, que te aplaudás lo que has alcanzado y sí, que sigás trabajando por tus metas pero a tu propio ritmo, no al de nadie más, porque sos vos quien termina pagando el precio por las decisiones que tomás, buenas o malas.
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