Espacios libres de juicio
- Gabriela Umaña
- 30 oct 2022
- 2 Min. de lectura
Desde hace algún tiempo he venido estudiando el libro de Job en la biblia, he pasado por ahí en diferentes momentos pero nunca prestando demasiada atención al detalle para ser honesta.
Esta vez tenía una inquietud diferente, me sentía bastante conmovida por situaciones que estaba pasando en mi vida y todo me llevó a leerlo a detalle, capitulo por capitulo y WOW!
Si lo has leído antes o conoces la historia, entederás mejor de lo que voy a escribir a continuación, sino voy a tratar de contextualizarte de forma resumida los 42 capítulos que tiene el libro. Job era un hombre recto delante de Dios, tenía lo que a la vista de todos se podría tener para ser feliz, una hermosa y amplia familia, tierras, ganado, dinero y fama, sin embargo un día empezaron sus pruebas una tras otra y no eran cosas simples, significaba perder a su familia, sus posesiones, su salud, todo lo que tenía. A partir de ahí se desarrolla una larga historia en donde sus amigos tratan de "hacerlo entrar en razón" y decirle que lo que había acontecido era producto de sus pecados o que algo lo había ocasionado y que simplemente Dios no era injusto, por algo estaba el en esa situación. Job se justifica mientras van y vienen personas dando sus discursos, creyendo que lo que dicen es la verdad al 100%, pero al final del libro aparece DIOS y aquí es lo que quiero destacar.
Dios habla con Job, se entienden entre ellos y a los amigos les llama la atención porque simplemente se dedicaron a presentar ante Job que estaba pasando por un momento difícil un Dios castigador, que es duro con aquellos que se equivocan y en ningún momento le prestaron consuelo en medio de su situación.
Pero un momento, ¿somos así nosotros con los demás?, muchas veces vemos personas pasando por momentos difíciles y lo primero que hacemos es pensar que algo tuvieron que haber hecho para estar pasándola mal, y capaz y sí fue producto de una mala decisión pero quiénes somos nosotros para señalar a otros, hacerlos sentir mal y peor aún, no ayudarles cuando está en nuestras manos hacerlo.
El único que está en posición de hacer juicios es Dios (para los que creemos en él sabemos que esto es así) y aún así Él primero nos presenta su amor y misericordia para que podamos seguir adelante en medio de lo que estamos pasando.
Todos nos equivocamos, todos pasamos procesos difíciles, todos cometemos errores, todos sufrimos en diferentes momentos de la vida, así que no andemos con nuestro dedito condenador ante las personas, si no tenemos nada bueno que decir mejor no digamos nada, no hagamos como dice el dicho: "leña del árbol caído" porque eso al final habla más de nosotros que de la persona que está pasando por una situación difícil.
Que el amor y la empatía siempre sea nuestra bandera, pongámonos en los zapatos del otro y tratemos de dar nuestro granito de arena en ayudar siempre que podamos al que lo necesite.

Comentarios